Crónicas de un secuestro I


Daños colaterales
Por Alvaeno Alvaeno

La primera preocupación cuando comenzó todo esto fue proteger la sanidad pública para que no colapsara, ahora toca a las residencias de mayores, que al parecer, algunas, han sido abandonadas y en ellas dejados a su suerte a los mayores como ratas mientras el barco se hunde en un naufragio; y puestos a crear pánico de verdad, ahora tenemos, además, la amenaza de un virus, esta vez, informático, que amenaza con poner en jaque toda la sanidad pública, nunca se habla de la privada, esa la dejamos a salvo para que la sigan usando los que pueden pagársela.
Lo que está sucediendo es algo que no sabremos cómo acabará, no ya porque el virus nos extermine, que no lo hará porque ya se ha dicho hasta la saciedad que no es tan peligroso, que lo peligroso es la forma en la que se está intentando eliminar, y la verdad es que como buen virus que es no lo eliminaremos, porque seguirá existiendo con nosotros, quizás le paren los pies, pero el método para ello utilizado no parece estar haciendo efecto, entonces habría que reconocer que este método no es correcto, y que habría que poner otro en marcha que sea más efectivo, por ejemplo despolitizar este asunto, y sacarlo de la política, y dejar a los médicos que hagan su trabajo.
El otro día alguien preguntaba que por qué en Alemania no había tantos muertos como en España, creo que la respuesta es que allí están tratando el tema del lado médico, sin política de por medio, pero como la sociedad actual se comporta como lo hace una rebaño de ovejas, por gregarismo, se repetirá el método, a pesar de saber ya que no funciona como forma de contener al virus.
Ayer decía que se ha convertido esto en una guerra, y no es una guerra, el virus no es un ejército ni se comporta como tal, lo dice Ramiro Pinto en su Diario de un Disidente del Coronavirus, muy claro en sus reflexiones, como también dice que todo lo que escribe sobre este tema está siendo tomado mal pos algunas personas de su entorno y por lectores.
Si cada mañana nos levantan con diana al más puro estilo de un cuartel de soldados, y además tras la diana nos ofrecen la minuta del día, la lista de muertos, solo muertos, solo se habla de los muertos, que como dicen también muchos expertos, si esas listas se compararan con otras causas de muerte, las cosas no serían tan dramáticas, pero entonces no estaríamos bajo arresto domiciliario, que de voluntario no tiene nada, porque no hay alternativas, y para aquellos que se aventuren a salir a dar un paseo, aunque sea solos, estarán los presos que custodian la cárcel mejor que los carceleros para denunciarlos y para gritarles improperios por saltarse la norma.
Cuando los presos custodian mejor que el carcelero la cárcel en la que han sido arrestados, diría yo, no solo que son malos tiempos para la lírica, sino que aquello que conocíamos como libertad acaba de ser barrido y relegado a la historia de un plumazo.
Y no digo que tras todo esto no vamos a seguir siendo libres, no, claro que no, pero la verdad es que tras todo esto nos quedará la secuela y lo peor de todo es que puede, que después de tantos días de secuestro, desarrollemos ese conocido síndrome: El síndrome de Estocolmo, y entonces, sí que la humanidad habrá fracasado para siempre, porque no solo amará a sus secuestradores, sino que les ofrecerán su obediencia y su servidumbre.
Salve, César, los que van a morir te saludan.
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