Crónica de un secuestro XXV
Cacerolas y palos de golf Por Alvaeno Alvaeno El mundo está tan mal, que los cangrejos hacen presa donde las águilas no se atreven a posarse. William Shakespeare. Carol llegaba justo en el momento en el que retiraban el cadáver de Juan, aquel pájaro con alas de plomo que lejos de querer volar solo quería acabar con su vida, porque la desesperación lo había vencido. Carol observó todo aquel revuelo, los vecinos asomados a los balcones, curiosos, morbosos, en el pasillo de entrada al edificio que custodiaba Camilo con el celo del perro fiel, quedaban dos policías que le pidieron su documentación y le hicieron preguntas cuya lógica era absurda, como de dónde venía y a dónde iba, deme su documentación, en qué piso vive usted, qué hace a esta hora viniendo de la calle, e informaciones también carentes de lógica, pero ya se sabe que el funcionario, y más cuando este sirve a la ley y al orden, suele extrapolar sus funciones a su propia subjetividad de las órdenes reci